Antes de ir al parque de perros tenemos que darle un paseo de al menos media hora y después cuando estemos en el barrio del parque otro paseo más corto por aquella zona. De este modo nuestro perro habrá liberado toda la energía y estará dispuesto a relacionarse con otros perros si armar escándalo.
Si en lugar de pasearlo le subimos al coche, cuando el perro reconozca el paisaje y los olores va a saber que le llevamos al parque de perros. Normalmente empezará a saltar y a gemir. No nos equivoquemos esto no es alegría es excitación. Esta excitación es debida a la energía reprimida y frustrada.
Un perro frustrado y sobreexcitado es percibido por el resto de perros y puede acabar muy mal. Estos perros pueden desafiarle o huir de él porque nuestra mascota está lleno de energía negativa. Nuestro perro puede entrar en estado de depredador al ver huir a estos perros ya que así puede descargar toda esa energía frustrada.
Somos los líderes de nuestro perro todos los días y a todas horas, por tanto el parque no va a ser una excepción. Tenemos que estar alerta y no quedarnos siempre en el mismo sitio conectando con nuestro perro mediante la voz, siempre en calma.
Nuestro perro puede comportarse de cuatro maneras distintas. Puede pelear, huir, evitar al resto o someterse. Si ignora al resto de perros no significa que pase de todo sino que es un comportamiento social habitual. Muchas veces evitar a otros perros es sinónimo de evitar un conflicto.
Los perros que se comportan mejor en estos lugares son los que han sido socializados cuando eran unos cachorros. Si nuestro perro es dominante o agresivo, si es temeroso, o si está enfermo nunca debe acudir a estos parques. Estos perros son débiles y recordemos que en el mundo animal no hay compasión.
Otra opción para que nuestro perro conozca a otros de su especie es mientras paseamos. Esta opción es mucho más segura que un parque de perros donde pueden surgir peleas si los dueños no han tomado precauciones antes.
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